El viernes y el sábado estuve realizando tres talleres de caligrafía medieval: uno de letra gótica, otro de letra árabe y un último de letra hebrea. Los talleres los impartía Ricardo Vicente Placed, calígrafo de profesión afincado en Binéfar (Provincia de Huesca) y que viene todos los años a la feria medieval de Zaragoza para deleitarnos con su arte, y enseñaba los estilos de letra que se escribían en la Zaragoza de los siglos XI y XII.
El primer taller fue el día 23 por la mañana. Tocaba la caligrafía gótica, y
el profesor nos enseñó una letrería primitiva que se usaba en la Zaragoza de la
época antes mencionada.
Hay que tener en cuenta que en los scriptoria europeos escribieron con letra carolina, letra redonda y de trazos rectos que surgió en la época de Carlomagno, entre finales del siglo VIII y principios del siglo XII, por lo tanto la escritura que practicamos en el taller fue una de transición entre la letra gótica y la letra carolina, en la cual el plumín en vez de ser recto, se biselaba hacia la derecha.
Hay que tener en cuenta que en los scriptoria europeos escribieron con letra carolina, letra redonda y de trazos rectos que surgió en la época de Carlomagno, entre finales del siglo VIII y principios del siglo XII, por lo tanto la escritura que practicamos en el taller fue una de transición entre la letra gótica y la letra carolina, en la cual el plumín en vez de ser recto, se biselaba hacia la derecha.
La letra gótica es la escritura medieval por antonomasia. Para los no iniciados en el mundo de la caligrafía, o en el de la paleografía y la diplomática, Todo el mundo identifica esta caligrafía angular (aunque no la sepa denominar) que ha perdurado hasta nuestros días.
Antes de empezar a meternos en nuestro papel de copistas, el calígrafo nos habló de algunos instrumentos del copista. Mencionó la mastara o regleta, la cual constaba de una tabla de madera sobre la que se colocaban unos cordeles. Después se ponía un pergamino o un papel encima para que se marcaran las líneas. Nos comentó también que la mastara más antigua se encontró en la Gueniza de el Cairo. El profesor nos dió en su lugar una falsilla con una hermosa frase caligrafiada abajo para poder tener las líneas.
Una vez dadas todas estas explicaciones, el calígrafo nos hizo entrega de un cálamo con un bisel hacia la izquierda. Las altura de las letras son de cinco veces la anchura del plumín. Como en la letra gótica, primero realizamos palos de 45º y luego empezamos a practicar las letras, empezando por alif. Lo particular de esta letra es que, al ser una escritura de derecha a izquierda, los trazos había que realizarlos en la misma dirección. Al final de la clase escribí mi nombre.
Como curiosidades nos comentó que la caligrafía árabe es un arte que se instituyó a partir del tercer califa (Otmán, 644-656), también que el estilo caligráfico andalusí deriva del cúfico y que el estilo neshi, también nacido en el siglo VIII, influyó en la tipografía árabe.
El tercer taller fue el 24 por la tarde, y tocaba caligrafía hebrea y el profesor nos hizo entrega de una correspondencia entre un alfabeto árabe y uno hebreo sefardí establecido por judíos medievales, como el zaragozano Ibn Basum. Las letras no siguen el orden alfabético hebrero, sino el árabe porque la lengua hebrea se perdió con la caída de Babilonia (539 a. C.). Durante muchos milenios los judíos hablaron arameo hasta que la lengua hebrea se recuperó entre los siglos VIII y IX.
El calígrafo nos explicó algunas reglas de transcripción del hebreo, las cuales son muy similares al árabe: la letra alef puede transcribir "a" y "e", la letra vav puede transcribir "o" y "u", y la letra yod transcribe "i" y "e". También especificó que la línea base de la escritura hebrea es la de arriba, no como en la latina o la árabe que es la de abajo. Nos explicó brevemente otros tipos de letra hebrea, como la ashkenashi o la rashi, utilizada para asuntos administrativos.
Primero estuvimos practicando palos de 0, 90 y 45º. Luego fuimos practicando las letras de una en una, girando la pluma en los trazos más finos. La plumilla se utilizaba de forma muy similar a la escritura gótica, pero escribiendo de derecha a izquierda. Al final de la clase escribí mi nombre.
Como curiosidades de la cultura hebrea, el profesor nos comentó que la caligrafía sefardí influyó en la tipografía del Estado judío actual; que la palabra Belén viene de la segunda letra del alifato, bet, que significa casa; que la lengua bíblica actual es una simplificación de la lengua hebrea utilizado en tiempos mesopotámicos y que cada vez que veían el tetragramatón יהוה, el cual designa el nombre de Dios, los judíos tenían que guardar silencio ya que, según su cultura, el hombre no tiene que conocer la naturaleza de Dios. También nos habló de la pileta trilungüe del museo sefardí de Toledo o de diferentes personajes judíos medievales como Ibn Gabirol (latinizado como Avicebrón, quien es el autor de la poesía que inicia la presentación.), Ibn Paquda (poeta zaragozano del siglo XI) o Yehuda Halevi (nacido en Tudela y cuya poesía era tanto religiosa como profana).
Mi opinión de los talleres en conjunto es que fueron un buen aperitivo para abrir boca en este variado mundo de delicias que es la caligrafía. Las tres caligrafias son muy diferentes, aunque a la vez tienen similitudes culturales que subyacen en las culturas que las utilizaron. La lástima es que había tantos conceptos que asimilar que hubiese sido necesario que estos talleres duraran una o dos semanas. En mi evolución personal, en los talleres fui de menos a más, aunque lo de girar la pluma me resultó un poco puñetero, creo que con un poco más de práctica conseguiría dominar estos alfabetos. Si algún día pudiera realizar alguno de los talleres de Binéfar, no dudaría en asistir porque Ricardo Vicente ha sido un buen profesor, ameno, divertido y que sabe lo que hace.
Os dejo unos cuantos enlaces y citas bibliográficas para que podáis informaros más sobre este arte caligráfico:
Antes de empezar a meternos en nuestro papel de copistas, el calígrafo nos habló de algunos instrumentos del copista. Mencionó la mastara o regleta, la cual constaba de una tabla de madera sobre la que se colocaban unos cordeles. Después se ponía un pergamino o un papel encima para que se marcaran las líneas. Nos comentó también que la mastara más antigua se encontró en la Gueniza de el Cairo. El profesor nos dió en su lugar una falsilla con una hermosa frase caligrafiada abajo para poder tener las líneas.
Después nos dio, por supuesto, unas plumillas para poder escribir este tipo de letra, la cual está biselada hacia la derecha para poder escribir bien los ángulos de la letra; un tipo de papel de granulado especial y con marca papelera, fabricado por Galgo, y que el calígrafo nos recomendó para practicar nuestra caligrafía; y también unas tintas de color ocre y muy acuosas ("con agua de la ciudad de Binéfar" Placed dixit). No había que cargar mucho el plumín si no queríamos obtener borrones en lugar de letras góticas.
La altura de las letras es de cuatro anchos de plumín. Lo primero que practicamos fue palos a 0, 90 y 45º. Cuando ya los dominamos, nos enseñó a hacer la letra "i" y a girar la plumilla para que pudiéramos trazar el principio y el final de cada letra. Una vez las dominamos, nos enseñó otras letras de la familia como la "n", la "m" o la "u" y luego practicamos con las redondas como la "e", la "a" o la "o". Una vez cogimos un poco más de práctica con las letras, empezamos a escribir con las mayúsculas o incluso palabras enteras. Yo escribí mi nombre. Nos comentó como curiosidad que las marcas de cerveza utilizaban esta letra en sus marcas comerciales, o que se enseñó en las escuelas hasta mediados del siglo XX.
El segundo taller fue el día 24 por la mañana. Tocaba la escritura árabe y el profesor nos hizo entrega de un alfabeto de escritura cúfica.
Lo primero que escribió el profesor en la pizarra fue la basmala con la que empiezan las suras del Corán: بسم الله الرحمن الرحيم (bismi-llāhi r-raḥmāni r-raḥīm que se puede traducir como en el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso). Nos explicó también que había cinco tipos principales de caligrafía árabe como el nasj, el ruq'a, el tuluth, el diwani y el nasta'liq. Luego nos habló de otros como el andalusí o el cúfico.
También nos habló del alifato (nombre que proviene de alif y ba, las dos primeras letras, igual que alfabeto viene de las letras griegas alpha y beta). Conviene hacer una aclaración de la proveniencia de este sistema de escritura. Los fenicios revolucionaron la escritura utilizando un alfabeto que solamente representaba sonidos consonánticos. Luego este sistema de escritura se subdividió en dos ramas: la grecolatina, ya que influyó en los alfabetos griego y latino pero estos le añadieron letras para representar las vocales, y la semítica, influyendo en otras lenguas semíticas como el hebreo, el arameo o el árabe.
El calígrafo nos hizo algunas aclaraciones sobre el alifato, como que todas las letras se escriben juntas excepto alif, dāl, đāl,
ra’, zāy o wāw, también las reglas para transcribir algunas letras del alfabeto árabe al latino: la letra bā’ transcribe la "b" y la "p", la wāw la "u" y la "o" y la yā’ la "i" y la "e", teniendo en cuenta que el árabe no usa la "p", ni a "o" ni la "e".
Hablando del alfabeto cúfico propiamente dicho, sus trazos son muy angulosos, gruesos y sencillos. Nació en la ciudad de Cufa en el siglo VIII y se utilizó hasta el siglo XII. Se utilizaba principalmente en inscripciones (como las del Palacio de la Aljafería en Zaragoza) y se utilizó en los coranes debido a su aspecto noble y decorativo, de hecho a día de hoy se sigue utilizando para los títulos de las suras.
Una vez dadas todas estas explicaciones, el calígrafo nos hizo entrega de un cálamo con un bisel hacia la izquierda. Las altura de las letras son de cinco veces la anchura del plumín. Como en la letra gótica, primero realizamos palos de 45º y luego empezamos a practicar las letras, empezando por alif. Lo particular de esta letra es que, al ser una escritura de derecha a izquierda, los trazos había que realizarlos en la misma dirección. Al final de la clase escribí mi nombre.
Como curiosidades nos comentó que la caligrafía árabe es un arte que se instituyó a partir del tercer califa (Otmán, 644-656), también que el estilo caligráfico andalusí deriva del cúfico y que el estilo neshi, también nacido en el siglo VIII, influyó en la tipografía árabe.
El tercer taller fue el 24 por la tarde, y tocaba caligrafía hebrea y el profesor nos hizo entrega de una correspondencia entre un alfabeto árabe y uno hebreo sefardí establecido por judíos medievales, como el zaragozano Ibn Basum. Las letras no siguen el orden alfabético hebrero, sino el árabe porque la lengua hebrea se perdió con la caída de Babilonia (539 a. C.). Durante muchos milenios los judíos hablaron arameo hasta que la lengua hebrea se recuperó entre los siglos VIII y IX.
El calígrafo nos explicó algunas reglas de transcripción del hebreo, las cuales son muy similares al árabe: la letra alef puede transcribir "a" y "e", la letra vav puede transcribir "o" y "u", y la letra yod transcribe "i" y "e". También especificó que la línea base de la escritura hebrea es la de arriba, no como en la latina o la árabe que es la de abajo. Nos explicó brevemente otros tipos de letra hebrea, como la ashkenashi o la rashi, utilizada para asuntos administrativos.
Primero estuvimos practicando palos de 0, 90 y 45º. Luego fuimos practicando las letras de una en una, girando la pluma en los trazos más finos. La plumilla se utilizaba de forma muy similar a la escritura gótica, pero escribiendo de derecha a izquierda. Al final de la clase escribí mi nombre.
Como curiosidades de la cultura hebrea, el profesor nos comentó que la caligrafía sefardí influyó en la tipografía del Estado judío actual; que la palabra Belén viene de la segunda letra del alifato, bet, que significa casa; que la lengua bíblica actual es una simplificación de la lengua hebrea utilizado en tiempos mesopotámicos y que cada vez que veían el tetragramatón יהוה, el cual designa el nombre de Dios, los judíos tenían que guardar silencio ya que, según su cultura, el hombre no tiene que conocer la naturaleza de Dios. También nos habló de la pileta trilungüe del museo sefardí de Toledo o de diferentes personajes judíos medievales como Ibn Gabirol (latinizado como Avicebrón, quien es el autor de la poesía que inicia la presentación.), Ibn Paquda (poeta zaragozano del siglo XI) o Yehuda Halevi (nacido en Tudela y cuya poesía era tanto religiosa como profana).
Mi opinión de los talleres en conjunto es que fueron un buen aperitivo para abrir boca en este variado mundo de delicias que es la caligrafía. Las tres caligrafias son muy diferentes, aunque a la vez tienen similitudes culturales que subyacen en las culturas que las utilizaron. La lástima es que había tantos conceptos que asimilar que hubiese sido necesario que estos talleres duraran una o dos semanas. En mi evolución personal, en los talleres fui de menos a más, aunque lo de girar la pluma me resultó un poco puñetero, creo que con un poco más de práctica conseguiría dominar estos alfabetos. Si algún día pudiera realizar alguno de los talleres de Binéfar, no dudaría en asistir porque Ricardo Vicente ha sido un buen profesor, ameno, divertido y que sabe lo que hace.
Os dejo unos cuantos enlaces y citas bibliográficas para que podáis informaros más sobre este arte caligráfico:
- Ricardo Vicente
- Caligrafia carolina
- Caligrafía gótica
- Caligrafía árabe
- Caligrafía hebrea
- Bibliografía
- Escolar Sobrino, Hipólito. Historia del libro. Madrid: Pirámide, 1984. 524 pp.
- Riesco Terrero, Ángel (ed.). Introducción a la paleografía y la diplomática general. Madrid: Síntesis, 2004. 366 pp.
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